25 de enero de 2017

OPIO DEL OCIO













Realmente toda experiencia, mala o buena, chunga o guay, negra o blanca ayuda si sabe encajarse todo.
La noche del día cuatro de diciembre, del año pasado, sufrí una desagradabilísima agresión en la que participaron tres tíos, fundamentalmente; pero de la que fueron testigos varios más, directos e indirectos. Agresión tipical extremený, o sea, cobarde, inmotivada, inesperada y como de busilis.
Los hechos ocurrieron en una de estas fiestas normales en un pub, en el que actuaba un grupo de música. Lo normal de este tipo de actos es que haya mala/poca iluminación, que la gente bailotee y se mueva de forma inesperada, ande bebida y algunos con ganas de bronca. Suelen ser raros este tipo de gente con ganas de jarana violenta, pero haberlos haylos. Suelen ser personas cobardes que se envalentonan con cuatro cubatas y van a joder a cualquiera con quien hayan tenido algo de alguna forma. 
Y ese con quien algo tuvo alguno de alguna forma era yo. Andaba entretanto grabando esa actuación, en vivo, de unos maravillosos músicos, que homenajeaban a otros no menos maravillosos, pares de alturas. Así que de pronto me vi agredido, empujado, que me chafaban para el suelo y cómo una brutal manaza se me metía en mi zamarra y se me extraía todo lo que afañaba; una cámara de foto/video, una navajita que llevo,  para utilidades varias y alguna otra cosa..., que luego, al reponerme de la agresión violentísima, cercioré. 
Todo fue visto y no visto, como si los fautores de la agresión y robo estuvieran conchabados, o hubieran acordado el acoso y derribo, que hace tiempo me tenían jurado. Sin más motivo que ser y estar en este mundo de formas verdaderas, buenas y hermosas. 

Pero de todo eso, con ser muy desagradable, por mi condición y mi forma de ser, especialmente sensible contra toda violencia, venga de quien venga y cómo venga..., hasta el absoluto respeto al acto de libre expresión que realizaba, pues tomaba en vídeo la actuación musical de un grupo, el atentado a mi/la libertad de expresión, creación e información fue para mi lo peor. Y sin embargo es lo que menos se considera a la hora de penar a la gentuza que lo cometió. Para mi ni el valor económico de la cámara, los golpes recibidos en la cara y piernas y el empujón o empujones, tienen tanto valor como eso: el impedimento del acto de grabar a la gente que estaba haciendo aquella música, al desarrollo de todo el ámbito y forma, el modo y manera como la gente lo vivía, la alegría que se respiraba, el amor del hecho, la devoción y la entrega... El delito y crimen fue ese y no otros. La agresión a la paz, la tranquilidad, el buen rollo...

Todo eso fue degollado por el ego de tres desaprensivos, claramente alienados momentáneamente, maleducados en el uso chulesco de la cobardía y la violencia. 

Pero sobre todo me aterra, y es lo que más duele, el pastoso, cobarde, vil, anulante, cómplice, agravante silencio de los que vieron aquello y callan. Por miedos, egoísmos personales, viles siempre, falta de solidaridades, y mil y una aseveración y convencimiento que tiene el alma del ser humano a esta altura/bajura de su existencia en estos pueblos extremeños llenos de esas suciedades que ni los que se dicen de izquierdas son capaces de enfrentar, acabar, eliminar, denunciar, señalar. 

Todo, incluso el susto y la ansiedad extrema, la depresión y enfermedad varia y posterior, puede ser repuesto, recuperado. Todo menos esa Complicidad con el Mal de Fondo

Ese Mal de Fondo, como profesor y docente que soy,puedo decir que es lo malo, lo MALO, lo cetrino y lo preocupante y que trata este libro, que reseño, de gentes que, de alguna forma, continuaron, ese movimiento al que pertenecí, con sus últimas consecuencias, de oposición al militarismo político/estatal/social, ese movimiento no-violento en el que nunca dejé de estar de todas las maneras. Y esa gente ha escrito este libro para que se espabilen tantísimos listillos que van hoy de ppudientes, guays, cretinos militantes acríticos de ayuda por cojones a los refugiados de formas acríticas y otras boñigas ideológicas que nos cuelan en el Mercado Telelevivisivo y PPodemixto como lo correcto. 

Prometo leerlo despacito y comentarlo por acá. Pudiera ser que pudiere ser una luz entre tanta oscuridad divertida de los cretinos, que van a lo suyo y que revienten al pianista, al que grabe, destaque, sea despierto, libre, igual y solidario...


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