20 de octubre de 2013

PEDRÁ






Desde siempre me ha encantado el arcoiris, todos los colores. Y el blanco que se monta si lo agitas, volteas, mueves de pronto. Pasa como si de de todo calor surgiera lo limpio del blanco. También adoro el negro, o sea, donde no hay color alguno, símbolo el de la libertad.

Desde hace unos pocos años una moda mental, cucufata como toda moda, se ha adueñado del arcoiris, lo ha hecho suyo por cojones, por la fuerza de la prepotencia y el fascismo mediático y la imposición de modas mentales al uso, la publicidad y el catetecimo y el espectáculo cutre a estilo futGOLero. Y lo más terrible es que lo hace la progresía.

Entiendo por progresía a esa gente que, con un aparente barniz de modernidad y progresismo (no necesariamente el progresismo ha de ser bueno porque sí), son realmente la esencia social de la hipocresía y la última trinchera del Amo y del Capital, de la sociedad presente, son como cánceres que le sale a esta sociedad, carcomas. Los progres son el ramalazo terrible que convierte todo en nada, en mero espectáculo y cuchipanda, para quedar todo más atado que antes de ellos y sus progresismos: o sea, son lo que no son, y son los impostores disfrazados y publicitados de progresismo como verdad, bondad y belleza, cuando son lo contrario: mentira, estafa, maldad y feos...

La moda mental cucufata, que se ha adueñado del arcoiris, también ha echado un cable a una de las tres patas del Banco del Poder y del Capital instituidos, la Familia. Con la reivindicación del matrimonio, en la forma tradicional de contrato de dos, o de pareja, evidentemente montados contra otras parejas, y la Familia como ente privilegiado social, contra el individuo y la persona. Este finde el diario El País trae en su suplemento en colores, bueno, va de blaco total y sólo aparece una banderita pequeñita del arcoiris; debe haber sido ocurrencia de uno de sus militones, que son de sí mu ocurrentes, la siguiente leyenda:
El matrimonio homosexual es legal en una mínima parte del mundo. Un arcoiris todavía muy pequeño. De los dos centenares de países que hay en el planeta, estas uniones entre personas del mismo sexo tan sólo se permiten en 17. Viajamos a todos ellos y contamos las historias de 17 parejas de gais y lesbianas que ejercen su derecho a vivir juntos.

Todo llenito de lugares comunes y curiosidades, como la pregunta de si se puede decir, en puridad, que un arcoiris es todavía muy pequeño, y la mezcolanza del derecho a vivir juntos con el concepto de familia, que se confunde con uniones, y to ese batiburrillo confuso, opaco, que nada dice porque oculta lo carcamal del fondo: el contrato comercial o mercantil llamado matrimonio, y punto.

Antes de seguir quiero advertir al lector que NO estoy contra uniones (así lo llama El País), contratos mercantiles o matriZmoniales o cualesquiera contratos y como los llamen, de nadie, sean del mismo sexo, color de pelo o de distinto color, de sexos distintos, asexuados, forofos de las papas fritas y del caviar. Que me da igual que se casen o se tiren al fondo del mar, con tal de que NO me salpiquen ni dañen a terceros. Lo que sí estoy en contra es de la discriminación absoluta de los que nos ciscamos en ese contrato, y que por ello somos marginados, cargados con costos fiscales, castigados social y políticamente. Y los que hacen tal contrato son privilegiados políticamente, comercialmente, socialmente. ¿Por qué ese contrato matriZmonial lo deben hacer dos únicamente y no cuarenta entre sí, y de la tacada, para privilegiarse de las prebendas del invento familiar o institución carcamal?, ¿eimmmm? Porque puestos ya a ser liberales, o libres, podrían permitir el matrimonio de tres, de cuatro, de siete, de diez personas, de sexos diversos o usos sexuales varios, que hay tanto sexo o usos como personas, miren por dónde, señores heteros, gais y lesbianas o como se nominen ustedes, los detentadores del uso exclusivo del arcoiris como signo de gais y gayas.

Así que un buen torpedo, o una buena pedrada, o pedrá, como llamo a estas notas, para todo eso que tanto apuntalan los progres, o la última trinchera del Poder y del Capital, para el futuro: la defensa de los privilegios de la Familia, como puntal esencial a lo que es la propiedad privada de los medios de producción y recursos sociales, y del Estado, como autoritarismos absolutos, que se erigen por encima del individuo y la persona, y que marcan con plena omnipotencia todo lo que debe ser verdad, bondad y belleza, aunque no lo sea, como no lo es nada de lo que el Estado, la Propiedad Privada de Medios de Producción y Recursos y Familia marca. Que todo se sustenta en la violencia de sus armas, ejércitos, policías, y en la supremas ignorancias, miedos y odios que la regulación de lo que llaman vida comporta, apalancado por los sistemas educativos carcamales y castrantes de libertades. Así como la costumbre, la moralina, lo usos y tradiciones contra natura sustentadas, y haber reducido libertades, igualdades y amores a nada y consumos, en un mercado en donde todo se vende, prostituye y chabacanea. 


Y como sé que este torpedo no hace agua, porque escucho el zambombazo de tontunas y cretinismos, cuando lean esto, y a poco que cabilen, si saben, con racionalidad... Pues espero que aprendan a respetar y a no apoderarse de colores, arcoiris o privilegios, y que lo único respetable sean los derechos humanos, que son para la persona y el individuo, que es lo que cuenta, y lo demás, las instituciones e inventos o contratos son eso, inventos y manías, contratos y contratas de la especulación, la crisis, la corrupción y el dinero.


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Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.