4 de octubre de 2009

UN GATO CALLEJERO: BANDERA, JUEGO Y REPÚBLICA

Reta al león bravo a salir de la tela y del dibujo y darle guerra, juego o lo que sea, que mira muy atento, con las patas delante no vaya a ser que sea y se cuele fuera...
Aquí quiere imitar, o parece imitar, al león rampante de la bandera, sin la flama de la lengua roja, porque no se la vi ni la saqué en la foto. Que me maravilla que sea pura casualidad en gato tan listo como el mio. Y creo que más bien es morisqueta y burla del mismísimo león, que sabe pintado en la tela, revolcándose por la misma tela que ni pintado, como diría el otro. Además las patas las pone lo mismo. Falla la cola, que no la sube lo suficiente... Estaré atento.
Arrebuja la bandera que se redondea, oliscada por el gati en su castillo, que la muerde mientras se repliega, la mu cobarde...
Pateándola valiente, dándole guerra, muerde la tela y estola del republicanismo, tumbado a su lado, mientras trato de quitarla de ese empeño de darle guerra y guerra.
Bajo el palio de la bandera republicana, mi gati asoma la cabeza, como venteando enemigos subterráneos.
Atento y valiente, la patita alzada en actitud vigilante, el gati se cubre la de la gloria republicana, y atento al acecho de los mejores días y de los mejores vientos.
Asoma el rabito del gatillo por la parte de arriba de la foto, encerrado y escondido en su bandera republicana, porque le encanta estar ahí, en ese refugio que forma la tela, y explotar al pronto, sin avisos, y emprenderla a juegos y vibraciones de zarpazos, muerdos, escondidas...

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