12 de enero de 2007

BELLA ROJINEGRA

Esta tarde me encuentro, mientras limpiaba, plantaba y preparaba mis macetas para el patio, una cochinilla. Los insectos siempre me han atraído, siempre sentí curiosidad por su mundo. Creo que todos lo niños de pueblo sentimos cierto magnetismo por el mundo de los insectos. Y este año es el de las moscas, por su generosa abundancia en este invierno primaveral que vivimos. Tal vez por eso la cochinilla.
La última vez que vi una cochinilla, que recuerde, fue en Pamplona, en el verano de 1991, en el prado de un parque. Estuve como media hora observándola, hasta que voló y se fue.
A esta que he visto esta tarde, ¡después de dieciséis años!, la he fotografiado como un suceso excepcional. Porque tal como está el asunto este insecto está en franca desaparición, y allí donde abunda es indicativo de salubridad del medio ambiente.
Los niños de pueblo tenemos prohibido, como enseñanza de cuna, matar las cochinillas, porque da mala suerte, se nos dice, en una curiosa superstición. En los tratados sobre supersticiones extremeñas nunca me encontré con esta sobre las cochinillas que, preservándolas, preserva el medio.
Pues bien, espero que no tenga que esperar otros dieciséis años para encontrarme con otra. Su vista es grata, la de la rojinegra y bella cochinilla, y alegra el momento su presencia.
Luego he vuelto al patio, ya anochecía, y he remirado bien y no estaba.

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Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.