8 de julio de 2006

MIGUEL A LOMOS DE MULA

Estaba indagando lo que pudiere repartir Emule para los internautas referido a mi escritor admirado Miguel Espinosa. Y me sorprendió lo generoso de la respuesta.
Todavía recuerdo el día que conocí a Miguel Espinosa en Murcia. No personalmente, porque ya hacía unos años que falleció, sino en uno de sus libros. Casualmente leí de casi un tirón Escuela de mandarines, en la Barcelona de 1982. El ejemplar en que lo hice lo conservo todavía, como muestra del culto al escritor.
Bueno, a lo que iba, que decía que me sorprendió ver tanto ver accesible por Internet a Miguel Espinosa. Y recordé que en su tiempo, en los tiempos de mis peregrinaciones y estancias en Murcia, recopilé todo lo que pude encontrar sobre Miguel Espinosa y de Miguel Espinosa. Desempolvando artículos escritos en diarios desconocidos, ya desaparecidos, en la Hemeroteca Municipal, que se negaba a fotocopiármelos y yo tenía que fotografiarlos con una pobre cámara, que me hacía el trabajo estupendamente. Así, digo, di a conocer algunos escritos del escritor, hasta entonces desconocidos. Incluso recuerdo el día que me encontré con Martino, que es el nombre que se da en Escuela de mandarines a un profesor de filosofía de la universidad de Murcia, amigo personal de Miguel. Y de como este Martino me regaló un ejemplar de la edición -inencontrable- que Caja Murcia hizo de la generosa novela Escuela de mandarines. Para mí fue de mucha alegría, ya que coleccionaba también, como he hecho con pocas cosas, ediciones varias de Espinosa. Creo que llegué a compilar todo lo escrito sobre Miguel Espinosa, con la idea de hacer tesis doctoral sobre la estupidez de la critica y la opinión, sobre el desconocimiento de un escritor genial, o de como se puede ser escritor sin fama, dineros ni ansias de figurar, y ser muy bueno, maravillosamente genial para el gusto estragado de los más. Porque era, y es, Espinosa, paradigma del escritor entregado a su creación sin reposo, sin otros desvíos, con la entrega del enamorado hasta la muerte. Y eso no se ve hoy, donde los figurones, vestíos de limpio, campan a sus anchas, sin pasión, sin vida, sin entrega, y sí con cálculo, marketing, servicio, manegement, relaciones públicas, dinero y otras estupideces de uso cultural en la sociedad del espectáculo.
Porque, en definitiva, Miguel Espinosa es mi semejante, mi hermano, tan lejos y tan provinciano del hartero poder mandarinesco, de la felonía de los mandarines caciquescos que tanto abundan. La obra de Miguel se eleva sobre la miseria mandarinesca y caciquil, y sobre la mediocridad de nuestros proclamados escritorzuelos de fama y abolengo, como un desprecio absoluto de su inmensa nada y estupidez. Que eso es lo que queda luego -post festum, pestum- y se quita todo lo bailado y lo que no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.