30 de diciembre de 2015

TRINIDAD






Estaba obsesionao por la representación mental, verbal, filosófica, matemática, real, escultórica, pictórica, y de todas las formas, de la Santísima Trinidad Divina. En todas sus modos, épocas, espacios. De manera que llevaba años estudiando, como todo estudio serio, secreto, aquello. Más que aquello, aquella pasión. Pues era masculino y femenino el afán, la ansia, la inquietud, el tesón...

No sólo estudió teología, sino arquitectura y escultura antigua. No sólo pintura, sino varios odiomas, Y viajó mucho. Todo lo que pudo para descifrar lo que le inquietaba.

Porque en este tristísima y miserable época la mayoría de la gente estaba achusmada, ensoberbecida, partida y partidaria. Había pocos libres, iguales y solidarios. Como casi siempre en esta humanidad, menos cuando se disimula. Pues siempre salta la libre de la mentira, la maldad y la fealdad. O sea, del no ser.

Y Él era tres, tres y cada uno verdadero, bueno y muy hermoso. Era -encima- con nombre en femenino La Santísima Trinidad. Y estaba imperante sobre su trono. Y que sobre esto los babosos nada saben ni sabían ni sabrán. Y cuando digo babosos digo ese cúmulo de ateos, perdidos en cuestiones baladíes y zoquetas, torpes de baba y pillabichos.
De su Llerena natal había viajado, en otros tiempos, a Braga, en Portugal. Y eso fue años en que lo mismo se tallaba el mismo grupo escultórico de esa Santísima Trinidad. En alabastro. Y en otros espacios fue de Braga a Jaca, caminito de Santiago. Luego midió el triángulo que se hacía entre los puntales. El Triángulo Santo de la Trinidad Santísima, con picos, o puntos de partida y hechura en Llerena-Braga-Jaca.

Ya era muy tarde para saber. Bueno, para hacer saber a los gilis, para espabilar gente, para sacar del sueño mortal de la ignorancia, el miedo y el odio. Ya habían convertido los grupos trinitarios en alabastro labrados en cosa de museos y muerte, que es lo que priva a los ignorantes y malos, falsos y feos. Una andaba por Lisboa, para rendir pleitesía a los ojos zoquetes del turisteo, otra estaba cuasicalcinada y troceada, tras sufrir un incendio en 1936, por tropa levantisca y facha, en un arcón de madera en la iglesia de la Granada, en Llerena. Tan perfectamente restaurable, que algún experto presentó a la parroquia proyecto para su restauración, allá por mediados de los años ochenta del siglo XX. Y la de Jaca la perdió de vista. Y trataba de recordar dónde guardó aquellas fotos, nada claras, que su Pilar hizo para él, para que publicara en la revista Torre Túrdula, fotos clarificantes del grupo escultórico de la Santísima Trinidad, en alabastro, hecho en la mismita época que los de Llerena y Braga. Por ahí andan esas fotos, y tanto andan y anduvieron y andarán que trabajos le cuestan ir por ellas y ponerlas acá. 

Que hay mucha ignorancia suelta, mucho estudiao que no tiene ni pajolera idea de lo que se supone que debe saber. O que se le supone que sabe lo que da a entender el titulito que le expidieron, un buen día, en una universidad. 



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