20 de octubre de 2015

DOS LLERENAS: DISTANTE&DISTINTA






Este sitio se llama Poeta en Llerena. Llerena es un nombre propio de lugar, una palabra. Como toda palabra el que la usa puede y -en este caso- debe sentirla, usarla, denotarla y connotarla de muy diversos sentidos, sentimientos, sensaciones que otros. Llerena es palabra de todos. Como todas las palabras, no es propiedad de nadie. Porque algunos piensan que es suya, o es de alguna institución, de algún PPoder o de alguna PPasta. Y no, el idioma y todas sus palabras son de todos los hablantes, en plenitud de uso y copropiedad. Porque el idioma y su uso, como el respirar, el vivir, el ser no son susceptibles de propietario. Demostrando, de forma contundente, que eso de la propiedad privada de ciertas cosas es falacia y cucufatez de gaznápiros malos. Que verdad es que los malos siempre ganan, en esta realidad,  y son los perdedores de to lo verdadero, bueno y bello. Por eso en la ficción, en los sueños, en ese consuelo del pobre, verdadero, bueno y hermoso, los ganadores somos todos los hombres y mujeres libres, iguales y solidarios. Que no somos muchos o,mejor dicho, no quieren ser muchos, que los muchos no creen en eso de la libertad, la igualdad y el amor más que cuando trincan, roban, estafan, engañan, amañan, los votan,  golean, se salen con la suya y con la del otro, ganan y to eso...

En la tarde del domingo tuve el honor de hablar con el hijo mayor de Paco Manteca, que se llama Francisco, también, como su padre. Que si aún recuerda el equipo de trabajo que mi madre le hizo -mi madre era costurera, por tradición, y mi padre jornalero, aunque realmente hizo más de maestro albañil, pero a él le encantaba decirse jornalero-. El traje de curro o faena, que mi madre le hizo, consistía en una cazadora y un pantalón de tela, para vender carbón y cisco, entre alguna otra cosa, en un local que hoy está casi lo mismo, con su poerta con gatera y todo, que es algo único ya, en la calle que baja de la plaza de la Merced hasta la plaza de la Fuente. Traseras de don Ricardo Molé, que recordaba Paco, y que creo recordar que -oficialmente- se llama Travesía de la Fuente. Le recordé que alguna vez fui, muy pequeño, o por cisco o por carbón, y que lo imaginaba mu flaco y con una gorra, grande y negra, y vestido con aquel equipo grisáceo, que por lo visto mi madre le hizo. Le pregunté si conservaría algo y se hizo el distraído... Y a tanto llegó el emotivo y casual encuentro que su señora vino a buscarlo, para seguir bailoteando y pasarlo bien en esa tarde dominical, y que, al estar charlando conmigo, y haber pasado casi una hora, que se nos fue en un santiamén, estaba mosqueada, con sentido... Por lo visto es el mayor de nueve hermanos. La cosa ha ocurrido en el hogar del pensionista, en Llerena, donde fui a grabar una actuación musical...

A uno le ha venido de pronto aquella Llerena que fue y se fue lejos pa siempre. La Llerena de los buenos, de los perdedores, de los pobres, certeros y hermosos. La de los emigrados entre los años cuarenta y ochenta, del siglo pasado. Que esta población, en menos de veinte años, pierde dos tercios de su gente. Que se dice muy pronto. Y la mayoría se largó y no quiso saber más de nadie ni de nada de acá. De la real que anda por el mapa que es el mismo territorio... Donde campaban los ganadores de aquella guerra que llamaron civil... Cuando fue -y es- una guerra social abierta y luego lo fue cerrada. La canalla ganó la batalla y quedó. Los perdedores que vivieron tuvieron que irse lejos, o fuera. O inventarse otra Llerena.

Sobre esto y de esto no hacen jornadas de Historia, eventos, monumentos y demás orgías electorales y de espectáculos vergonzantes. Sobre eso, en su intríngulis profundo callan, olvidan, no saben, niegan, mienten, transforman...

Uno se fue fuera en 1973 y vino sobre 1975. Para estar, luego, hasta la entrada del siglo XXI entre fuera y más afuera, que sólo venía acá por mis vivencias y buscando el fantasma de la gente que se fue y no vino nunca. Para no estar en parte alguna.

Porque pa ver esa Llerena que mata, hoy, clarita y campante, por supuesto anónima, pero que, a poco que se indague, cantan sus fautores, uno la puede guipar en lo que llaman foro de Llerena, en internet. Repeluz y caca, muerte y maldad por un tubo. Baba y tentetieso, ardor guerrero y orden de suprema ignorancia, miedos y odios en marcha que matan todo. Y de esa Llerena, la vivita de hoy, es de la que huyeron las buenas gentes. Y es de esa de la que nada quieren saber. Uno, aunque esa Llerena está poblada de supuestos anónimos, como nada se sabe de nombres y apellidos de los malos que provocaron ese exilio de los más verdaderos, buenos y hermosos, tras la guerra social abierta de 1936-39... Que todo el que hace mal certero en la realidad mala que se vive es anónimo. Que hasta pa eso son canallas. Pa no dar la cara.

Y quien dice la verdad, ni peca ni miente, que decía mi madre. Y que la frase de Vidarte, Juan Simeón Vidarte Franco-Romero, de que Llerena es un pueblo doblemente desgraciado, con hambre y con historia, es de piñón fijo y certera.

Menos mal que nos queda esa Llerena, la mía, la de los exilados, marginados, idos, huidos, escondidos, ausentes, verdaderos, buenos y hermosos, y que dan la cara y el culo, si hace falta. Que van por derecho y derechos. Y no es por echarme flores, sino por levantar acta de verdad, bondad y belleza ante el acoso político, social, caciquil, miserable, vil, ladino, económico que la grey ganadora -de siempre- hace con los mejores. Y si escribo mal de gentes en Llerena, como casi toa la patulea que manipula ese foro de internet, es por razones obvias, claritas... Y no hablo mal de nadie, simplemente levanto acto y acta de los crímenes, delitos y faltas. 

Que cada palo aguante su vela.


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