17 de septiembre de 2015

CLASES





Nunca estimé mucho el concepto de clase, tampoco el de lucha de clases. Sin embargo, al repasar mi vida, me considero de clase de abajo del to, de la clase trabajadora, de los que hemos de vender tiempo, fuerzas y habilidades en competición con nuestros semejantes, en un mercado vil, atroz, sucio, zafio... Y procedo de ese estrato social, algo me avisa que hay una cierta verdad. en eso de las clases.
Sobre to la verdad tiene que ver con lo que llamo pelagatos. O sea esas clases medias de funcionarios o semifuncionarios, que tiran parriba, que se quieren zafar y no estar abajo, que abajo hace frío y mal, y son estiraos, esa cierta gente procedente de trajineros comerciantes y negociantes. O sea, gente que casi nunca dependió de un sueldo o salario y de un trabajo que te daban. Como los de abajito del to.
Tengo pocos amigos de verdad, de los auténticos y confiados y de confianza, de esos estratos de medio pelaje, de esos que Carlos Cano dice que nos libre Dios. La clase media.
Alguno hay por ahí; pero siempre tira la patá, alza la mano y perdona la vida. Siempre le sale lo que es, de lo que va, lo que mamó y sobre to mamoneó bien.

Suelo llevarme bien con gente de abajo, trabajadora o gente muy de Arriba, de verdad. Con lo otro suelo tener problemas de trepas, envidias, competiciones, competitividades, ringorrangos y otras trampas que aman y yo detesto, por estar llenos de ignorancias degollantes, miedos sucios y ese odio, ese odio tan cenital que usan.

4 de septiembre de 2015

IGNARA GREY









como en todos los sitios
hay en el pago caterva
nada parva ni menguada
y anda soberbia ignara
llena yuyu y ese asco
a todo lo que es superior
en todo y claro a ella
falta de amor y odiante

gentes del club envidia
entienden el arte como parte
de la trepa social y otros infectos
de dineros ringorrangos
sino no es arte que es nada

esto por decir algo que no saben
del arte más que el nombre
ignoran no saben en la inopia
sensatos de su estupidez
matan todo lo que ignoran
con sus miedos y sus odios



2 de septiembre de 2015

EXCELENTE




Demostrar que en sociedades como esta, en la que nos matan a los que queremos vivir libres, iguales y solidarios, que la mayoría está no ya equivocada, sino entregada y adormecida, manipulada por convencionalismos, cegada de ignorancias, miedos y odios, es facilísimo. La instituciones, por sí mismas, imponen eso. De forma que si dices que los números no existen, que es un invento, un acuerdo, una convención pos la gentuza al uso, esa que vota mayoritaria lo peor siempre, puede revolverse y faltarte al respeto. Porque esa gente piensa que no sólo mientes, sino que dices tonterías, ya que los números existen, son, están...  Veamos este cuentecito tan excelentemente aleccionador  de la obviedad del borreguismo en que anda sumida esa mayoría, no porque sea obligada, sino por elección propia.


En el primer día de clase, el profesor de Introducción al Derecho entró al aula y lo primero que hizo fue pedir el nombre de un estudiante que estaba sentado en la primera fila:

¿Cuál es su nombre?

-Mi nombre es José, señor.
-¡Fuera de mi clase y no vuelva nunca más! – Gritó el maestro desagradable.
José estaba desconcertado. Cuando volvió en sí, se levantó rápidamente, recogió sus cosas y salió de la habitación.
Todo el mundo estaba asustado e indignado; pero nadie habló.
-¡Muy bien! – Vamos a empezar, dijo el profesor- ¿Para qué sirven las leyes? -preguntó. Los estudiantes seguían asustados, pero poco a poco empezaron a responder a su pregunta.
-Para tener un orden en nuestra sociedad.
-¡No! – Respondió el profesor.
-Para cumplirlas.
-¡No!
-Para que las personas equivocadas paguen por sus acciones.
-¡No!
-¿Alguien sabe la respuesta a esta pregunta!
-Para que se haga justicia – Una muchacha habló con timidez.
-¡Por fin! Es decir, por la justicia.Y ahora, ¿qué es la justicia?
Todos empezaron a molestarse por la actitud tan vil del profesor.
Sin embargo, continuaron respondiendo:
-A fin de salvaguardar los derechos humanos…
-Bien, ¿qué mas ? – Preguntó el maestro.
-Para diferenciar el bien del mal, para recompensar a aquellos que hacen el bien …
-Ok, no está mal, pero respondan a esta pregunta: ¿Actué correctamente al expulsar a José del aula?
Todos estaban en silencio, nadie respondió.
-Quiero una respuesta por unanimidad!
-¡No! – Todos contestaron con una sola voz.
-Se podría decir que he cometido una injusticia?
-¡Sí!
-¿Y por qué nadie hizo nada al respecto? ¿Para qué queremos leyes y reglas, si no tenemos la voluntad necesaria para practicarlas? Cada uno de ustedes tiene la obligación de hablar cuando es testigo de una injusticia. Todos. ¡No vuelvan a estar en silencio, nunca más! Vayan a buscar a José –dijo- Después de todo, él es el maestro, yo soy un estudiante de otro período. Aprendan que cuando no defendemos nuestros derechos, se pierde la dignidad y la dignidad no puede ser negociada.





NOTA BENE: La obediencia cegata, que imponen el PPoder y la PPasta, matan toda dignidad, toa verdad, bondad y belleza. Y por desgracia ocurre siempre. Así va ese cuentecito... Especialmente esto ocurre en Extremadura, en donde los desgraciaos de abajo se dan palos entre ellos, se tiran como lobos de presa sobre quien destaca por valores, como inteligencia, saber, valor, amor...,  y lo degüellan a tope, en esa vida terrible cotidiana de los pueblos extremeños, que son mortales. Pero esos salerosos que averigüan la vida de los otros, tramándola, con la injuria y la infamia, y otras pestilencias, que da vergoña decir, no se atreven a tocar al Gremio de los de Arriba, los que Mandan o los de la PPasta. Esto que traigo es un cuentecito, pero lo he vivido y practicado, como profesor, hice muchas veces ese experimento, de poner en solfa la obediencia ciega y gili. Para nada, pues pocos cogen la honda de la verdad, la bondad y la belleza. La mayoría, ya lo vemos, trisca jacarandosa matándose entre ella y votando a los ppeores o lo de siempre, más y más ppeor, si ser puede. Y explicar esto, escribirlo, decirlo alto y claro no sirve de nada, porque ya se encargan mamis y papis y esa escuela cutre y todas las instituciones de asilvestramiento, desde el Bar hasta el Corrillo de los que toman el sol et altera, de que nada cambie, todo permanezca. Pues ya se sabe, parafraseando al gran poeta asturiano, que la Historia y la morcilla de pueblo se parecen las dos en que se hacen con sangre, oye.


1 de septiembre de 2015

PRIMERO EL CUERVO














Anoche, mientras paseaba, vislumbré jorasqueo en al torre de la Granada. Parecía lucha nocturna de aves. De esas que hablan los poetas como Góngora. Oía graznidos, vuelos rasantes como de buhos reales o lechuzas gigantescas. Todo aclimatao por las grajas, que son las que imponen la impronta. La graja es como una hermana menor del cuervo. Me refugié como pude, por una parte de Pasquín, y traté de averiguar la escandalera. A esas horas nadie por aquí, nadie por allá. Y tampoco era muy tarde.
En el primer campanario había una especie de alharaca de córvidos o grajas, que se derramaba tras la parte que no veía y que parece ser que fue donde ocurrió la chamusquina mayor.
Tomaba vídeo como podía, pese a la negra noche, que lo casi impedía. Así que vi caer un herido a los suelos, por la zona donde estaba y, lo más asombroso para mí, la llegada -como una exhalación- de un gato enorme, parecido a mi Gurruñetas, que acometió al córvido caído, con una rapidez asombrosa. Digna de aquellas escenas de la tele cuando uno era chico. Gato y cuervo pelearon. Salí espantando a ambos y el gato se asustó, lo que permitió al cuervo refugiarse tras una especie de enrejado que muestra las fotos. Pocas hice y mal, temiendo que el bicho me rebanara un dedo o diera un picotazo.
Esto fue casi todo. Lo más esplendente lo dejo pal relato pormenorizao que preparo. Un detalle fue que, al irme, plaza, a través y dando vueltas, volviendo y remirando la batalla aminorada de pájaros, vi a más de tres gatos tan pendientes del trajín, que pensé hasta en escribir una novela sobre la nobilísima pervivencia de las grajas de la torre ante tanto enemigo natural y tal vez misteriosos fantasmas, que uno creyó percibir de los llamados Muertos de la Torre. Pero quede la cosa para mejor ocasión. Digo lo del sentimiento extraño que tuve, y la sensación de que alguna fantasma voltereaba, volaba y sobrevolaba la torre a su placer. 
Sé que con este título recuerdo a uno de mis maestros -impepinables- de la cosa literaria, al gran sabio Augusto Monterroso. Pasión por la alegría del relato, la fábula y el cachondeo a todo por lo que los humanos, mayoritarios y zafios, pierden el culo y la mollera, oye.
Lo mismo a to esto lo llamo Milana Bonita, pa dar sopitas con jonda a tanto barbián escribidor en Extremadura, que sólo busca la treppa, el ppremio del PPoder y la PPasta; y la admiración de los sicarios y la chusma mayoritaria, masoca, que se vota contra ella, y contra todos trama lo ppeor.