MÁS O MENOS

La mayor crisis, estafa, engaño, matraca que vivimos, y de la que soy consciente desde siempre, es la de que lo malo abunda. Lo cual hace que todo lo que se valora en mucho, en cantidad, y me refiero a cantidad humana, es chungo. De ahí que la llamada democracia sea lo peor, pues es lo más impune, por esa bendición que trae como lo opuesto a la dictadura. ¿A qué dictadura, si en democracia funcionan la peor de las pasiones dictatoriales: la unión de los tontos al por mayor. Toda vez que los partidos ganadores se han especializado en seleccionar ese sentir gilipollas, tonto, y por ende malo o peor, y en saber dirigirle su publicidad, meterlos en esos juegos de birria y pasiones, discusiones, valores que son de patio de cole en la peor hora y más agilipollada.

La pasión democrática se basa en el número y su ley. La verdad, la bondad y la belleza la detentan, por mandato divino, pues que es irracional, los más. Los menos estamos siempre equivocaos, errados, somos malos, falsos y feos. Porque lo dice la chusma mayoritaria. Y ya he dicho la palabra que sé que enfadará a esos tunantes de lo que llaman respeto, formas, educación y otras situaciones acordadas, que no ciertas: chusma.

En todo caso los usos democráticos debieran ser para acordar todo aquello que competa al común, nunca imponer. Tal como es uso hoy y lo fue ayer. Digo eso de la imposición o el trágala.
Lo malo abunda y al capital siempre le interesa la abundancia, lo pingüe, lo numérico, lo más... No importa si ni piensa, siente o padece. Siendo más es verdad y todo eso.
Nadie levanta la voz contra ese terrible credo fanático y sucio de que la mayoría nunca se equivoca. A lo que tengo visto siempre se ha equivocado, no ya el nunca que se vende. Y siendo -como es- una entelequia, he de respetarla con devoción fanática. 
Pero al albur de eso que llaman democracia anda lo importante de la vida: ¿Cómo se ha de distribuir la riqueza y los recursos para todos, si es por arte de birlibirloque o herencia o por necesidad, libertad, igualdad y solidaridad? Pregunta a la que vendrían otras de fondo que dan al traste con la pulsación de perfectos que detentan, los que predican la democracia como algo santo, no ya santurrón, algo certero y no algo desatinado.