PELOTAZO

todo
necio
confunde
valor
con
precio

POPULAR LLERENÍ

Entre otras gracias y desgracias el capitalismo, o caspitalismo, o el sistema imperante, que nos domina, o como se le llame, tiene las de reducir toda pulsión humana a negocio lindo. Todo valor lo reduce a precio. No a aprecio. De ahí que uno siempre tenga claro que los ricos negociantes son los necios y -por ende- los malos. El mal y la necedad van de la manita siempre. Que no lo digo nunca, ni lo escribo, a bote pronto, ni por arte de birlibirloque, sino bien atemperado en al demostración palpable de los actos y de los hechos consumados a lo largo del tiempo. Tanto el personal como el social o llamado historia.

Eso, que todo deseo, necesidad, afán, anhelo, voluntad, idea, miedo e incluso odios el mercado los convierte en negocio, a poco que se le deje. Es una maravilla el mercado. Por ejemplo de mercado del odio tenemos la pulsión del votambreo o la futbolería pimpante cuando no similares tendencias acérrimas del personal mayoritario.

Ya es curioso y revelador, que cuando alguien se hace así, rico de pronto, o trinca buenos dineros con un negocio, se le llame a eso dar el pelotazo. Y ya, por general, a todo suceso que tenga que ver con hacerse acaudalado u opulento, que es tendencia, predilección y simpatía que ya se considera intrínseca en la herencia genética del ser humano común y votambrero al uso. A los nenes se les educa para dar el pelotazo. Y se muere de viejo sin haber dado el pelotazo.

Pelotazo es lo que llaman en el fútbol a meter, o hacer, gol sin pretenderlo, por puro encuentro del balón con un cuerpo y de rebote. O bien que un cuerpo atiza al balón, causando gol sin haber pretendido -ese cuerpo- el resultado. Pero gol. Y como el grito de guerra es ése, pues su resultado: pelotazo, es lo que cuenta. Linda escuela de vida y precios, digo valores, el fútbol. Maravilloso adoctrinamiento y estupendo resultado mental para la educación de la ciudadanía de a pie y a caballo en estos calamitosos tiempos impuestos por los que votan y votaron siempre a los mismos ladrones, y antes ampararon al general, que murió de viejo en su camita, y antes de antes de antes...

Como en otros tiempos el braguetazo.