28 de noviembre de 2011

TRETA DE MENTECATOS

¿Cuál es la fábrica de analfabetos que funciona con más eficacia en nuestra sociedad.

Las escuelas. Los maestros sólo hacen lo que pueden.

¿Qué o quién nos hace a todos ser peores personas?

Mi viejo amigo el miedo.

¿Se atreve a diagnosticar en un telegrama el estado de salud de la libertad de expresión en España?

Claro: ”Puedes decir, cantar o narrar cualquier cosa, siempre que sea lo de siempre. Stop.”

Juanma Bajo Ulloa (de una entrevista)

El derecho a la estupidez está reconocido, tácitamente, en todas las constituciones, así como leyes, que en el mundo son. Quien dice estupidez, habla de necedad, bobería, tontuna, torpeza, mentecatez, memez, majadería, sosez, ñoñería, palurdismo, papanatismo, sandez, incompetencia, nulidad, cretinismo, inepcia, y toda la larga lista de sinónimos que emparentan esas apreciaciones más con animales o cosas que con personas, que con ser abundantes es larga. Y no nombro ningún animal no vaya a ofenderse, o me denuncie la sociedad protectora de animales, muy activa últimamente. Y de cosa, el asa de un cubo, por ejemplo.

Pero cuidado, no me refiero a aquellas personas que nacen con carencias mentales, reconocidas clínicamente. Para ellas mi respeto y apoyos totales. Es obvio que me estoy refiriendo a aquellas conductas propiciadas, en su mayor referente, por la propia voluntad, por el libre albedrío y por la libertad de cada uno. Como dije en el inicio, la libertad de ser estúpido, por libre opción.

Pero no pasaría nada si sólo ocurriera esto. Pero ocurre que el ejercicio de la libertad termina donde comienza la libertad de los otros. Si los estúpidos se limitaran a ejercer su derecho con consecuencias sólo para ellos, estábamos salvados. ¿Quién no ha hecho alguna vez alguna tontería? Lo malo es que no. Que los cretinos, los palurdos, los torpes, los majaderos, los memos, los necios, los ineptos y papanatas están empeñados en ejercer su derecho contra la libertad de los otros, y sobre todo contra la inteligencia, suprema expresión de libertad. No están comprometidos, ni siquiera estarlo, en la superación de sus ignorancias, que supone superar sus miedos y abandonar sus odios, que tanto mal hacen a los seres humanos. Ahí tenemos la daga en el pecho que nos han puesto -otra vez-, y el secuestro a que nos someten, los votadores del pp y del psoe. Erre que erre con su estupidez machacante.

Se supone que el proceso educativo pretende prevenir todo eso. Errónea suposición si nos referimos al fundamento y funcionamiento del sistema de educación vigente, por lo general, en lo que llaman democracias occidentales, y algo imposible en el propio régimen educativo español. Erradicar la ignorancia no está entre sus desvelos fundamentales. Es más, la tele y otros correctivos e incentivos de consumo, amén de ejecutores del sistema docente, los que tal hacen para potenciar la estupidez. Y quien dice la tele habla de los mandamases, o sea, los banqueros y los políticos, en su amplio arco: de partidos, jueces y burócratas altos diversos del Estado. Por ese orden riguroso. El grado de tontuna oficial es algo que nunca mide ningún instituto oficial de las cosas del índice de taras o faltas. A fin de poner los medios para solucionar esos defectos. Y, como no ocurre, da que pensar que la memez está propiciada por las jerarquías en mando, siempre las mismas, por mucha democracia de que se hable (que no la hay por la ley d´Hont, listas cerradas, etc.). Que aquí sólo manda el dinero, no el pueblo. Por ello bien viene aquella frase de Swift, don Jonathan, de que cuando surge un genio lo conoceréis porque todos los necios se conjuran contra él. Frase que a fuer de mesiánica no deja de ser verdad cotidiana.

Uno viene observando, a lo largo de la vida, que tal frase siempre se cumple, inevitable, la mayoría de las veces. Por ello sería deseable que en vez de crearse talleres literarios, de danza, costura, pintura o gastronomía aplicada y ese largo devaneo, las autoridades más responsables, los políticos más listos, y los padres y mandamases diversos del cotarro, deberían iniciar una campaña para erradicar la estupidez, la necedad y esa sarta de sinónimos, casi innúmeros, que declaramos al inicio.

Tal vez no lo hacen por ese miedo al harakiri que todo llevamos dentro. Pero también por amor a lo que les da el sostén y les sirve de coartada, apoyo y arrimo, amén de consuelo. No en vano la verdad de la Biblia lo certifica: Los necios son legión, innumerables como las estrellas del cielo y las arenas de las playas. Además cualquier campaña contra la necedad sería alevosa y mosqueante para esta sociedad tan sabia en la que vivimos. Una ofensa para sus salvaguardadores y amos, y que no sería perdonada a la hora de emitir los votos de devoción, a quien decidiera iniciarla. Y no hay más que salir a la calle para ver su necesidad urgente. O que se investigara una vacuna. Vale.



NOTA BENE.- Escrito para Torre Túrdula, en mi COLUMNA BARROSO, el 5 de junio de 2005, por lo que resulta profético.

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Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.