10 de septiembre de 2009

LA ENVIDIA


COLUMNA BARROSO
Por Eutimio de Torres

LA ENVIDIA

La riqueza se desea, la inteligencia se envidia
Dicho popular judío


En estos espejeantes mundos de grandes hermanos tamarones, de autobuses pueblerinos y pueriles, comadres televisivas que, como jueces absolutos, definen y precisan vidas y obras de los más, el significado de palabras muy repetidas ha perdido valor, pues el pensamiento apenas es esbozo. Se usan vocablos que no se saben qué significan, qué quieren decir, se repiten como loros los unos a los otros.
Pasa con la palabra envidia. Ya en los catecismos de Ripalda y Astete, y en el canónico de Pío X, se hizo algo que confundió el asunto. Machado acertó al decir que la envidia de la virtud hizo a Caín criminal. Siempre se dijo que la envidia era el pecado o defecto capital del español castizo y nacional. Lo afirmo en el presente: la envidia corroe el país. Pero , ¿qué es la envidia? ¿Cómo puede un millonario envidiar a un mendigo? ¿Veo la viga en ojo ajeno? Bien lo expone el dicho hebreo, capitel de la columna: la inteligencia es lo que se envidia siempre, pues los bienes son más o menos fácil de obtener, a poco que uno se empeñe; sin embargo lo primero tiene que darlo naturaleza.
Es la envidia ese no poder ser ni conseguir las virtudes que el otro encierra, o lo que creemos virtudes en él. Pretender dar envidia con un coche, una moto o un despliegue de poderío económico, o lampazos culturales de congresos, cronicones y demás es una soberana estupidez. Despertará deseos en los otros; pero nunca envidia. Si alguien muestra su inteligencia, bondad, discreción, honestidad, ética, valores personales incuestionables... Inmediatamente será marginado, vilipendiado, postergado, echado de lado, odiado sin sentido... Ahí tenemos la envidia en acción.
Si miramos no me equivocaba al inicio al decir que campa a sus anchas por las tierras de las españas. Es moneda corriente en la sociedad competitiva y futbolera de hoy. Pues no basta con ser inteligente, por ejemplo, se tiene que pedir permiso a ciertos energúmenos de los poderes sobre vidas y haciendas, y tener dinero para ejercer la inteligencia. Así nos luce el pelo, así irá, pues nunca los más valiosos estarán sirviendo a la sociedad con sus valías. Como dice en su gloria Carlos Cano: Dios nos libre de la clase media. En estos días navideños se rememora el nacimiento de un marginado, de un tal Cristo que fue víctima clara de la envidia, como es bien sabido. Y ni tenía moto de gran cilindrada, ni poderes económicos especiales. Sí era honesto, generoso, bueno, inteligente, atrevido contra los poderosos, veraz... Un Judas envidioso actuó y ya sabemos.
Así se envidia la generosidad, la capacidad de alegría, ingenio, sagacidad, inteligencia, honestidad, dignidad, y otros valores, que suena hasta vergonzoso nombrarse, porque no están de moda. De moda está el triunfo, el éxito, el dinero, la estupidez, ser un canalla... Y otras lindezas.


NOTA
. De la simpar Torre Túrdula iré publicando también estos textos de mi alter ego,
Eutimio de Torres, eminente erudito a la violeta, en otro sentido del que se refiere Moratín, desde luego. Su Columna Barroso no tiene desperdicio, por sus puyas a esos lugares comunes del vulgo votador y futbolero, que habita en las altas esferas de la cochambre cultural de alturas, ministerios, coles, congresos, universidades, bibliotecas, librerías, academias de argamasillas diversas y demás artilugios del dominio del saber y de los chusqueros que viven a sus expensas.

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