20 de abril de 2009

QUIEN ES QUÉ

A la memoria de Corín Tellado

Que el poder político, cualquier poder político de cualquier época y lugar, pretende decir quien es quien en todo, que es la verdad y el mundo, dominar absolutamente todo y establecer la escala de valores que le interesa, evidentemente usando los intelectuales y personal asilvestrado y servil, matraquero y reptante, acoquinar a to quisque y situarlo y decirle quien es, ya es cosa vieja y sabida; aunque no por sabida se tropieza demasiado en esa piedra, que ya es un roquedal granítico que empantana y ahoga a los más, que no ven más que por el ojo que les pone el poder y los que mandan. Y por supuesto cada vez el poder establecido se abroga el don y patente de corso, cuando no derecho de pernada, de decir quien es quien en el arte, en cualquier arte, quien es escritor y quien no, quien escribe bien y quien no, a quien hay que leer y a quien no, que en eso hemos caído, no me cabe duda, ni la menor duda. Es una canallada de alto fuste que uno tiene que soportar con el contubernio de los idiotas, de los gilis y de los que entregan su servicio y servidumbre al que manda. Uno no exagera ni mijita, no exagera nada, no hace alharacas vacuas y queda siempre corto con estos manejos y arrebatiñas. Porque, claro, si son poderes democráticos no pueden equivocarse, dicen los mendaces que tal apoyan. Como si los votos de los más serviles fuera patente de verdad, o como si la democracia fuera dios absoluto sin error. Que me río de esta democracia de cartón y eurodisney, mediante la cual se elige quien es buen escritor y quien no lo es y ni se nombra. La cosa democrática sólo es para elegir, provisionalmente, gentes que sirvan al común en cuestiones puntuales administrativas y ejecutivas concretas. Ahora eso de que los electos se abroguen la pernada de decir quien escribe bien, quien promociona, quien vale, quien se lee… Claro que eso lo he conocido en el pasado franquista, y uno creía que desaparecería luego, aquella cosa totalitaria del dominio cultural desde los chiringos del poder, y en aquellos sentidos unificados de turismo y petardeo espectacular con cultura…, coros y danzas, y todo aquello… Pues no, ha pervivido, auspiciado por toda esa progresía que otrora medrara en aquello o quería medrar cuando los suyos ganaran, los suyos como los contrarios a Franco, no en diferencia de corte político sino de intereses personales, claro... Reconstituido y engordado. Que ellos lo criticaban porque el franquismo no les dejaba a ellos, no porque estuvieran en esencia en desacuerdo con los modos y modas. Que iban incluso a más que el propio franquismo, como se ve desde que existe la llamada democracia ¡transiccionada y tatachán! Y ahora que están los suyos en el mando y poder pues miel sobre hojuelas… Y ahora nos damos los premios a nosotros, y el que venga atrás que arree, ¡no te jo...!!

Vivimos una cultura del espectáculo vacío, reducida a premios y competencias, de pésima calidad. Es como una cultura concebida como liga del furgo (fútbol en legal) petarda, como bolsa de valores y liga torticera en donde los políticos juegan sus peones de brega y friega y perdemos los libres, con serlo. Me refiero a lo que llaman cultura desde los garitos de las instituciones, que deberían dejar el paz todo eso, toda cultura, en paz y libre, a su propia libertad, que no la del mercado. Soy partidario de cerrar el ministerio del ramo de cultura, soy partidario de clausurar todos los premios que no supongan un real reconocimiento impepinable a toda una labor de tiempo y vida, y no como moneda de cambio de este tipo que es de mi cuerda y luego, cuando mandes tú, pones la medalla a los tuyos. Y más, soy partidario de chinclar todo garito de cultura de las llamadas autonomías, mientras más necesarios más cerrados. Creo que un mero respeto al dinero y la inteligencia ajena debería hacer que así fuera. Pienso que quienes se dediquen a algún arte han de hacerse valer por su misma labor, y en manera alguna por la promoción de mercado y de los políticos en mando, con apoyos sustanciosos, becas, trabajos, cargos y demás monsergas a los artistas de la cuerda a promocionar. Pienso que toda promoción de ese tipo es una canallada. Pero sobre todo un fiasco para el arte y las gentes que son quienes sufren el engaño. ¿Quién no conoce a Fulanito, que tiene en casa toda la obra de Zutano porque fue Premio Noséqué de la Diputación, el Estado o la Autonomía Tal? Sin leer, oíga, seño, sin leer y mu bien encuaderná y limpia de polvo y paja.
Aceptar, como se acepta de manera inconsciente, que el poder, los poderes, establezcan qué es arte y quién es artista me parece la más bajuna manera que pueden haber caído los trajineros que tal aceptan. De manera que vivimos una sociedad tan sumamente opresiva, y con una opresión tan cerrada y eficaz que sólo es escritor, o poeta, quien ella, por sus capataces, determina con los mecanismos que ha establecido de forma cerrada, excluyente y torticera y al exclusivo interés de los macacos que tienen la sartén por el mango. Como jamás hubiese pensado ningún inquisidor, señor feudal o fascismo imperante. Todo está cerrado y todos los del coto cerrado contentos. No exagero un ápice. Romper la cadena y condena es poco menos que imposible, pues es como un perfecto campo de concentración y concentrado. Todo el campo es toda la tierra, un inmenso parque temático de cultureta, teles y premios. Una de esas atmósferas obscenas y opresivas que maquinaron las musas a Kafka, como poco.

Y es claro, al poder le sale rana la idea no pocas veces, hasta que atine alguna vez. Así tenemos que en Extremadura no se lee, pese a que se inflan los datos que con ser malos lo son. No se lee, pese a esas hábiles campañas hechas por los listillos del poder de turno, que sólo con verles el pajeo se comprende el fracaso. Pero esas hábiles campañas están más para los señoritos turistas que visitan la zona, que está quedando preciosa para el turisteo nacional, eso sí. Porque ellos creen que si van predicando, con muchos medios, con mucho parné, con mucha modernidad, a las gentes, pues estas gentes acabará devorando, ¿qué, qué les dan para devorar, qué les invitan a leer esos trajineros de los políticos encangados de campañas de lectura estúpidas? Pues le ofrecen bodrios tales que toda gana de lectura desaparece, se quitan las ganas hasta de la vida misma… Y eso nadie se lo dice tan clarito, y las razones… Y luego mismamente se cabrean conmigo y me desprecian… Son cojonudos y del campo, como decía alguien para los soberbios. Ofrecer las miasmas publicadas por la Editora Regional es un castigo para los lectores. Y no hay más que decir. Y esas campañas endógenas son un fracaso en inicio, un ridículo y una mofa a la lectura y la propia vida. Pero alguien se lo llevará calentito, alguien al arrimo de la Junta de Extremadura, claro. Estamos en época de crisis y hace falta dinero extra para alguien.

Así me hace gracia eso de los premios oficiales en donde vemos a un escritor indomable, terco y anticlerical, según la publicidad (ver infra el artículo), convertido en un corderito mansurrón al arrimo de los que mandan y premian, que si el premio fuera de los de abajo nanay, ¿eh, señora?, nanay como te digo. Indomable, terco y anticlerical de pega, que bien que se doblega al clero en mando y fortuna política... Y no es que tenga nada contra don Juan Marsé, con el que me he divertido de lo lindo, y he gozado con algunas de sus novelas, otras prefiero olvidarlas y alguna no se dejó leer… Pongamos la cosa en su sitio. Pero que babee por esos premios me parece una soberana villanía y un espaldarazo al tinglao de mando y obediencia. Tal vez es que la vejez nos rinde. He dicho.

Pero repito, lo único que da libertad y claridad, con la calidad pertinente, es la obra hecha. Ni premios ni leches, que todo es vanidad de vanidades y todo vanidad.
Mientras leo esto pienso en Corín Tellado, esa sí que sí es una artista. Por lo menos escribía a derechas y con cierta correccción, no esos novelistas de hoy con la manía de la cosa histórica, la novelucha histórica, mal escritas, torticeras, suedocultas, bodrios al servicio de la ideología imperante, panfletos malos, oportunismos de fama y vaselinas seudocultas a las meninges del personal, como las otroras de Umberto Eco o esa que nombra a DaVinci codificado... Ella, Corín Tellado, que hace pocos días falleció, tuvo la dignidad de hacer lo que quiso y hacerlo con la dignidad pertinente, bien escrito por lo menos, entre otros valores incuestionables, pese a ser novela rosa o sucedáneos similares, que eso a la postre da lo mismo. Un estilo.

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