2 de octubre de 2008

ALGAFOFIO



Recuerdo aún el sabor amanzanado, pastoso y ligeramente cítrico del algafofio en mi boca, que ya dejaba de ser niña. Fue frente al murallón del Huertecillo, hoy Paseo de San Antón, en Llerena, frente la huerta de la Marimanta…, y sobre septiembre final, de tal vez hace cuarenta años… En esa huerta del Huertecillo encontró mi amigo José Iñesta el ídolo famoso, del neolítico, llamado Ídolo del Huertecillo. Y no lo menciono por casualidad. Allí, por encima de la cerca y volado sobre una hondonada cuneta, nacía un algafofio generoso y de él robábamos el fruto a los finales del verano y los inicios otoñales septembrinos.
Pequeño, amarronado, casi grana oscuro, como aceitunillas un poco arrugadas, extrañas, ligeras… Era un misterio para nosotros, pues nadie –que supiéramos- cogía nunca sus frutos, y corrían leyendas sobre si que emborrachaba, que si se comía mucho envenenaba o te volvías loco y esas que giran en torno a plantas y frutos desconocidos y extraños. Lo cierto es que a mí me encantó tanto que me escarranchaba en la tapia y me ponía bien harto de algafofias, y recogía una buena cosecha, entre bolsillos y bolsas de papel, para luego y después. La boca se me ponía áspera y el cuerpo pedía agua. Solía ocurrir en sábados, domingos o en la alta tarde de los días semanales.
Me encuentro por internet que, incluso en Cataluña, algunos tomaron al azufaifo -algafofio llerenenese- como árbol de la libertad, nada menos ni más: También habla del árbol de la libertad que plantó el jardinero Argelet en la plaza Frederic Soler, muy cerca del azufaifo, que en periodos de gobierno conservador, los republicanos regaban a escondidas... Y que se cargaron en los hechos de mayo de 1937, como símbolo. No dice qué clase de árbol era, pero como en un cuento de Grimm o por pura justicia poética, el azufaifo le ha sustituido...
Ahora he viajado a Almería, y entre las cosas, que puedo contar como que me han emocionado, está el azufaifo, bueno, el fruto del azufaifo, que he visto como se comercializaba en un almacén de frutas y verduras. Y resulta que así se llama (azufaifo) lo que en Llerena llamamos algafofio.
He rastreado algafofio en internet. Nada de nada. He cotejado mis diccionarios, y el Tesoro léxico de las hablas andaluzas (2002, página 42), de don Manuel Alvar Ezquerra no me trae algafofio; pero sí afofacio y afofaifo, referido a formas de llamar, por hablantes, al azufaifo, en Cádiz y Córdoba… Evidentemente en Internet azufaifo está muy documentado y hasta reflexionado por arquitectos.
En fin, una perla más del léxico del habla de Llerena, un uso particular del riquísimo léxico del habla en Llerena. Algo nada estudiado, ni por asomo, salvo algún escarceo de corte académico nulo por profe de insti. Porque el desprecio o la ignorancia es tanta, hacia la cultura del habla, que los señores estudiosos solo consideran válido lo que anda por las alturas de la cosa social y del lenguaje, que si la historia del arte y de la parte del mando y los jerarcas, la cosa de los lugares comunes y trillados, las sabidurías hueras del pasado y sus heroicidades y sucesos, que nada dicen y menos valen. Eso de espíritu y la letra de la gente de abajo ni lo huelen, ni lo miran, ni lo estudian, por supuesto… A no ser que les dé por ahí y como moda o modo de trepa en algo o pa algo de alturas y medros.
Rescato pa internet, así, otra palabras nada común del habla de la gente fuera de Llerena: algafofio. Que junto con otras voy anotando por aquí. Tal vez por eso, y por otros delitos similares, he sufrido ese ataque a mi web, que eso ya se verá en su día. Hay gente para todo y lo malo abunda porque estamos en una época de tontos con poder y medios, que eso es la maldad, la falta de inteligencia que superen ignorancias, miedos y odios. Y sobre esto de la bondad ha reflexionado el amigo Lama de forma señera y última.
Zandaula, algafofio…, dos plantas que se me hunden en las raíces de mi infancia, de mi habla. Las palabras, sus misterios, son para un poeta casi toda la materia de su arte. Porque como poeta soy materialista y muy escéptico con poderes supranormales de otra índole para hacer poesía, que no sea la lengua concreta y palpable, como eso de la sensibilidad, inspiración, sentimiento y todo eso tan inexistente en verdad, tan etéreo, tan teológico, de teología de creencias hueras y de quiosco…
Se me llena la boca de algafofio, zandaula…, nombres rotundos, concretos, sencillos, que rememoran mundos cerrados para muchos y abiertos a pocos. Como decía el sabio poeta de los jardines granadino en su día.
Quien sepa entender que entienda y atienda.

4 comentarios:

  1. Me dejas con la curiosidad porque nunca he probado un algafofio, ni nunca había escuchado esa palabra. Me suena más lo de afofaifo, quizás porque la usa Chiquito de la Calzada. La anotaré en mi vocabulario por aquello de que es patrimonio del léxico llerenense y porque me gusta cómo suena. Un saludo.

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  2. Mi muy querido rescatador de nombres: Oí una vez que poner nombre a las cosas es limitar su ser, encuadrarlo y condicionarlo, de tal forma que cuando al caballo le decimos caballo, pierde la esencia de belleza indescifrable, expuesto a la contemplación en toda su esencia. Si bien esto contradice el alma poética de escudriñador de términos, de explorador de diccionarios en busca de palabras (os) que concreten una idea, un sentimiento, no es menos cierto que esa pasión puede llevar al entrillamiento de las sensaciones. Carcelero de palabras.
    Licencia para el caso que nos ocupa. Azofaifo pensaba yo que se llamaba el susodicho árbol; azufaifo le llaman por tierras extrañas; y ahora viene este rescate en forma de algafofio. Bienvenido sea la precisión que recupera sabores, olores y saltos displicentes de tapias secretas.
    Algafofio pues, y que sea para bien.
    P/S Recuperé hace un mes un algafofio que nació a la sombra de su progenitor en una huerta cercana a Llerena. Lo mimo con esmero olvidando su nombre, sus nombres. Lo miro, espero su fruto. Lo replantaré tras la tapia.

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  3. Mi querido Miguel: tal vez por la semítica visión de que hacer y construir el mundo es nombrarlo, FUNDAMENTALMENTE, esto es, en esencia y existencia, creo, con tu tocayo Miguel Espinosa, que "el pájaro existe porque lo nombro". Lo mismo el algafofio...

    NOTA BENE.- Para los que no conocen al ingenio Miguel Espinosa les remito a:
    http://www.um.es/acehum/principal.htm#

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  4. Le agradezco mucho su mensaje y su rastro, que sigo ahora, ya de vuelta en BCN, sobre el algofoifo... Pero entonces, ¿no sabe usted la historia de nuestro azufaifo, que iba a ser talado y salvamos? Una cadena de azares y apoyos que tuve en mi campaña y sobre todo de la prensa y medios lograron que se declarase de interés local, en una ciudad donde se tala sin cesar y de seguir así no quedará una sombra que no sea de marquesina, ni un tronco que no sea de leña.
    Y la metáfora de ese árbol se convirtió en mi libro, prologado por Enrique Vila-Matas
    http://www.melusina.com/libro.php?idg=22045

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Hay algo que se llama libertad, y que debes ejercer libremente. Así que distingue bien entre las ideas, los sentimientos, las pasiones, la razones y similares. No son respetables; pero cuida, que detrás hay personas. Y las personas, "per se", es lo único que se respeta en este lugar. Muy agradecido y mucha salud. Que no te canse.