1 de julio de 2007

TRÍBADA

Desde luego que se puede especular muchísimo si el trágico suceso ocurrido en Murcia es un comento, o mejor, un comentador de la novela de Miguel Espinosa, Tríbada (si es que podemos llamar novela hoy a esa obra, según las entendederas del lector medio), que ha decidido pasar de la especulación explicativa a la realidad cruda y cruel, ha decidido pasar de la pura literatura, que a nadie mata, al realismo social o la novela histórica del tiempo presente, tan llena de esas tragedias y groseras realidades conservadoras.
Eso es casi imposible saberlo, a no ser de algún policía culto, y versado en la obra de Miguel, su genial paisano, al que pocos conocen. Y que en este blog ha estado presente, desde sus inicios, en lo que queda en Internet. Con derecho a participación.
Miguel Espinosa es un indudable escritor, nacido y criado en tierras murcianas, que apenas viajó, ni hizo, por supuesto, turismo (que es lo que hoy hacen los presuntos viajeros), cuya obra crece con el tiempo y se agiganta, para los que saben leer y tienen paladar, no astragado por la penuria y la indigencia crasa, creativa, que abunda hoy en lo que se llama escritores, por parte del Mercado, el Capital y sus representantes políticos y sindicales, y la gruesa masa amorfa que dice amén, y traga.

Reproduzco las portadas de las primeras ediciones de la novela, 1980, para La tribada falsaria, y 1984, para La tribada confusa, una vez muerto el autor (1982), en sus dos partes. Que luego ha sido siempre reeditada conjunta y unificada. La autoría de las ilustraciones de ambas no aparece en créditos, y he intentado averiguarla hace tiempo, sin resultado, porque me encantaron por su fuerza. Pero la exquisita Amelia Romero editó así en Los libros de la Frontera; y pese a que me envió, amablemente, estos dos ejemplares, más otros dos de Escuela de mandarines, en su segunda edición, no me contestó nunca quien era el ilustrador o ilustradora de esas ediciones primeras de La Tríbada.

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