1 de mayo de 2007

FIESTA OBSOLETA Y ABSURDA

Si el trabajo es la forma como el Capital explota y crece a costa de la plusvalía mangada a los trabajadores, y me refiero al trabajo asalariado, evidentemente... Si es así ese trabajo es algo a eliminar, quitar, suprimir, prohibir ya mismo. Y que la gente emplee su tiempo y esfuerzos para ella misma, con acuerdos libres…

¿A qué viene celebrarlo en una fiesta tan jacarandosa y eficiente para un Sistema Económico que no vale, que no sirve y que hay que cambiar ya?

¿Cómo se puede tener la caradura de considerar el trabajo asalariado como algo digno, humano, necesario, natural, sano, moral, premiable?

¿Cómo estas mafias sindicales, al más puro estilo del sindicalismo yanqui de dominio, mando y servicio a la Banca y al Capital, amén de a la Política de mando, conservadora, cutre y retrógrada se erigen en representantes de esos trabajadores que quieren redimirse de ese trabajo asalariado y trastocarlo, cambiarlo, mediante la revolución oportuna –que así se llama- por un trabajo creativo, opcional, social, vocacional, necesario de verdad para el individuo y el grupo, en otro tipo de relación económica a que apunta tanta utopía como el movimiento obrero ha creado, ha luchado y tiene…?

El buen uso del tiempo y de las energías personales, en bien de uno mismo y de los que uno quiera, es algo laudable, y esforzado. A eso también se le puede llamar trabajo. Pero la palabra trabajo se entiende como el asalariado, y eso es tremendo como mentira, trampa, infamia...

¿O es que ya los obreretes aspiran sólo a pan y circo, y ser un día sindicalistas liberados, o capitalistas o políticos de mando, o trincadores de plusvalías generadas por el trabajo asalariado, vulgo capitalistas? ¿Y prefieren vender su tiempo y fuerza de trabajo por módicos precios y en condiciones vergonzosas? ¿Se dedican los sindicatos mafiosos a eso, a pactar como se vende la carne de trabajo y el tiempo de los obreretes? ¿Y así el orden impuesto del trabajo asalariado se impodrá hasta la eternidad?

En fin, una fiesta obsoleta, absurda, conservadora, cutre, inadecuada donde las haya. Por lo menos vista desde ese punto de vista de dominio de los que la mangonean. Otra cosa era cuando se pedía el paraíso, se luchaba por un mundo mejor..., aunque se tuviera la derrota siempre. Sobre todo de los que se alzaron con la poltrona sindical, el santo y la limosna, que esos son los que derrotan todo. Los Cándidos y Fidalgos de turno, la primera trinchera del Capital, el Estado, la Política y el Poder. Eliminarlos es dar un paso de gigante. Sobre todo eliminarlos de las creencias, fantasmas, aspiraciones, interiorizaciones de los obreretes que los aúpan, que esos son los que hay que cambiar, y los Cándidos y Fidalgos están en el fondo de sus molleras, avecinados en lo intrínseco de sus colodrillos interiores como algo inevitable y necesario, los perfectos sucedáneos del amo, el manijero, los burócratas, los políticos y toda la canongía al uso. Por eso seguro que hay otros Cándidos y otros Fidalgos esperando turno, cuando cambien los de hoy. El medievo acostumbró a la herencia de la servidumbre voluntaria, sus usos y manías. Por todo ello es estupendo estudiar historia. Y el medievo es ahora.

Pero la lucha continúa, pese a ellos.

Y continúa...

Y continúa...

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