24 de enero de 2007

PRESAGIO DEL SILENCIO

Poco antes de Navidad me hice del libro de Jaime Álvarez Buiza, Presagio del silencio. Es su último libro publicado por Universitas Editorial, la editorial pacense que le publica en exclusiva.

Cuando me entusiasma un libro de poesía lo hojeo y leo acá y allá. Hasta que me paro y lo inicio en lo que, el poeta y la edición, me marcan como principio. Reconozco que quisiera leerlo de una mirada. Pero que no se terminara. Tal vez alguna vez haya hablado con Álvarez Buiza, sobre cuando viví en el Badajoz de 1976, siendo tan joven. No sé.

Voy a hablar aquí de un poema y de su rima. Sí, de su rima pese a que el autor parece hacer este libro en poesía de métrica libre, o no ajustada a los cánones métricos usuales. Bueno, no sé como decirlo, usuales hasta hace poco y reconocidos como clásicos en la poesía española.



Me despido de mí
cada mañana


De madrugada,
delante del espejo cada día me saludo
por si es la última vez que puedo hacerlo.
Con esa convicción voy al trabajo,
desayuno,
saludo a mis amigos,
permanezco en mi puesto,
vuelvo a casa,
beso a los míos,
almuerzo, duermo la siesta,
asimilo la tarde,
escribo algo, quizás este poema,
ceno,
beso a los míos
y me voy a la cama.
Pero, antes de acostarme,
de soslayo,
me miro en el espejo.
Por si acaso.

(página 60)

El poema va dedicado Para Manuel Pecellín.

Bien, ahora, cuando lo copiaba, me he dado cuanta que el poeta usa nada más y nada menos que todo un verso como rima. Y a eso se le llama estribillo. Que es el verso beso a los míos. Predomina la rima interna asonante con las vocales e-o:

espejo
puedo hacerlo
permanezco puesto
vuelvo
beso
almuerzo duermo
ceno
beso
pero
espejo

Dos observaciones y una coda: termina con la misma palabra de rima que inicia: espejo. No creo que sea casual, para redondear todo el poema, o prefiero que no sea casual, para darme una redondez y envolvimiento del poema, esa forma, ese espejo que devuelve lo que se pone delante, una veces por la mañana, otras por la noche, las dos caras del hecho de verse en el espejo. Dos miradas, supongo que sin las gafas o lentes que el poeta usa de habitual, si tomamos literalmente el poema, claro es. Y otra observación es que con esas palabras está dicho todo el poema, en ellas está lo esencial del tema, de su posible poesía. El espejo rima toda su vida: permanezco, puesto, vuelvo, beso, almuerzo, duermo, ceno, beso, pero…, espejo.

Juegos, como este que expongo breve, o asaltos de lecturas y entendimientos, suelo hacer cuando leo poesía, con bolígrafo en mano y papel (un cuaderno) donde garabateo, escribo, experimento y trato de gozar, entender, disfrutar en el espejo del poema, de los poemas.

¡Ah!, se me olvidaba decir que espejo rima con silencio, el que aparece en la palabra del título Presagio del silencio.

En estos días con este libro. Luego más.

Por si acaso.

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